Ayer, paseando por la Cuesta de la Perdices, me encontré con el gato de Don Mariano, un lucense de pelo corto con mucha guasa, llamado Marianin. El tal Marianin llegaba con mal belfo, pese a bajar la pendiente. Y no es para menos. Son inciertos momentos para su jefe y es que nunca ha sido fácil apartarse de la sombra de la encina buscando un castaño en el horizonte.
- Si es que el hombre llega abatido por las noches, Wences. Que si la Espe por aquí que si los de Salamanca por allá, que si ahora la de La Concha. Si es que no puede ser. Fíjate que antes nos tomábamos un tostao antes de irnos a la piltra y discutíamos si el Monte Pindo es plata o carmesí. Y ahora, pues eso; y no veas cuando llama Pepote Botella que encima le ha entrado la parana de hablar en jinglish con eso de que un tío suyo vive en Cincinatti o cómo coño se escriba. Y es que el hombre se ha tardado en decidir, como corresponde a un gallego, pero ahora es que lo tiene clarisimo como el Ariel.
Tan ensimismado andaba Marianin que ni se dio cuenta del saludo que nos dedicó Mimi Michellin y su amiga Piti Gomez de Hojaldre que, por cierto, es más corta que el rabo de una aceituna. Lo cierto es que lo tiene difícil Don Mariano. Primero porque hay mucha clientela en juego y segundo porque hay que convencer a los no clientes de que va en serio.
Pobre Marianin, se ha pasado media vida ninguneado por Georgie, el persa zarrapastroso de Pepote Botella y, ahora, cuando parecía que rebrotaba de las cenizas cual gato Fénix, toma zarpazo gitano.
Esperemos que la reinvención se inicie, entre otras cosas, alejándose de gentuza de la calaña del caza gatos de Talavera de la Reina.
Ha informado Wences Leyes
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