HARRODS - HORRORS

London es una city que me encanta, tan viva, tan cosmopolita, tan refinada y cutre al mismo tiempo. Tengo buenas amigas en Belgravia y Mayfair a las que acostumbro a visitar por primavera y otoño. Pero de todas ellas, Lady Elizabeth Worthington, esposa del Baronet de Northumberland, es mi preferida. Lily que es como le gusta que le llamen en la intimidad es deliciosamente despistada. Tanto es así que me llamó ayer desde su Vertu para contarme que no daba crédito a lo que acababa de leer en Country Life: ¡Al- Fayed se ha convertido en nacionalista escocés! ¡Pobre Ely! No tenía suficiente con lo de Rover y ahora esto.

La verdad es que tampoco me extraña mucho, al tal Al-Fa se le ha ido la pinza hace ya mucho tiempo. Tampoco es de extrañar si se pasea a menudo por la planta baja de ese horror que se llama Harrods y que parece un Han el Jalili en plan guay del Paraguay.

Tampoco tiene que preocupar mucho a mis colegas de Belgravia porque no acostumbran a frecuentar el colmo del mal gusto. Lily, Doti, Pammy y Nini prefieren Bond, como mucho, lo más cerca que se dejan caer del bazar egipcio, es Sloan o en algún momento de lujuria plebeya Harvey Nichols. Aunque Pammy me ha dicho que lo último es hacerte un trip a Brighton, comer alguna lechuguilla exótica en Terre a Terre y luego tirar de tarjeta en Sarah Arnett en Ship Street (http://www.saraharnett.co.uk),lo último de lo último.

Y es que Harrods es para españolitos de esos que hueles desde Chelsea cuando salen de sus hotelitos de Hyde Park, parejas de Birmingham que vienen a inmortalizarse junto a las Innocent Victims, familias de Shropshire horteras hasta el calzoncillo de la Union Jack o hombres de color (uhmmmm!) venidos de Camdem para ver si pillan. Pero la verdad es que si tienes el día cañí, la planta baja de Harrods es como Horteralandia: Los ositos de la Arcade que te dan arcadas, la charcutería para gordillos de Bristol venidos a más, el hall egipcio con su redescubrimiento del barroco chabacano, el room of luxury para fulanitas y menganitas arrejuntadas y a no perderse los guardias de seguridad porque en cualquier momento puede entrar Emy la Tabernera y empezar a guantazos con ellos – léase Emy Winehouse-.

De verdad, merece una visita para reírte un buen rato y si nos encontramos a tal Al-Fa con la faldita escocesa, pues es que ya puede ser fashion de la muerte.

Menos mal que Lily se lo ha tomado bien y ha decidido darse un trip por Beyond Retro en Whitechapel para darse al vintage. Yo igual sigo el ejemplo y me paso por El Corte Inglés: un día es un día.

Pero no lo olvideis lo que decía Oscar Wilde: en asuntos de vital importancia, el estilo y no la sinceridad, es lo veraderamente vital.

Una vez más MIMI MICHELLIN