BERNERS Y NO VOLVERERS

No es que sea una casa de huéspedes, pero ni de lejos es lo que te venden. Os hablo del Hotel Berners de Londres, sito en el número 10 de la calle del mismo nombre, pegadita a Oxford Street, paraíso de la compra hortera y cercana a la canalla Charing Cross.

El Berners es como uno de esos coches de imitación chinos, aparente por fuera y una fragoneta de melones por dentro. Según entras, el barroquismo inglés te abruma y llegas a pensar que te vas a dar de bruces con la baronesa de Chichester, pero como mucho te tropiezas con Mr. Smith y señora que han venido desde la lejana Birmingham a pasar un weekend provinciano. Los de la recepción no ayudan mucho a mejorar esta primera impresión: ceñudos, a medio hervir ellas, aspirados ello como si se acabarán de tragar una castaña y, el colmo de la jugada, es cuando se vuelven y te ves obligado a ponerte rápidamente tus gafas de sol para protegerte de los brillos de sus pantalones y faldas, producto del uso y el bajo money.

Pero la gran juerga llega cuando abres la puerta de la room y descubres que o pasas de costado o duermes en el pasillo. Una vez que has conseguido entrar, descubres las secretas intenciones de los Smith de Birmingham que siete puertas más allá se están pegando un revolcón antes de ir a tomar el té a Fortnum&Mason, ahora que se ha reconvertido en una sidrería guipuzcoana de banco corrido.

El baño, ¿cómo dice?, parece más bien el camarote de los Hermanos Marx en pleno apogeo. No cierres la puerta con mucho ímpetu, están ligeramente descuadradas desde el último Bliz de Adolfo el Cabo.

Y poco más puedo decir, salvo que los hay mejores al mismo precio o más baratos. Por ejemplo, no os perdáis el Millenium Myfair, lujoso, discreto, razonable en sus precios y situado en la equilibrada elegancia victoriana de Myfair y la tranquilidad de Grosvenor Square.

¡Ah! Se me de olvidaba:no hay facilidades gatunas y no admiten Americat Express

Ha informado: Benito Westinghouse